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El rincón de pensar

¿Qué es altruismo?

¿Qué es altruismo?

Las emociones son una colección complicada de respuestas químicas y nerviosas que forman un patrón; todas las emociones tienen algún tipo de función reguladora, dando lugar de una manera u otra a la creación de circunstancias ventajosas para el organismo que las experimenta (Demasio, 1999).

 

Las emociones son generadas cognitivamente y se expresan en una amplia gama de conductas observables, expresión de sentimientos y cambios corporales. Son un impulso involuntario, originado como respuesta a los estímulos del ambiente, que induce sentimientos en el ser humano y en los animales, y que desencadena conductas de reacción automática. Pues la conciencia afectiva puede alcanzar un grado de desarrollo superior al de la conciencia estrictamente cognitiva.

Existen al menos tres componentes de la emoción:

1. Sentimiento. La emoción es un sentimiento privado y subjetivo que puede manifestarse o no por medio de indicadores externos.

2. Arousal fisiológico. La emoción es una expresión o exhibición de respuestas somáticas y autónomas características ante determinadas situaciones sociales donde una persona tiene miedo. Se hace más desagradable cuando se incrementa, y la persona que lo padece siente la necesidad de reducirlo.

3. Acciones. El individuo elegirá la respuesta que reduzca el estímulo mas rápidamente y por completo, con los menores costes. Existen circunstancias especiales y características de personalidad que hacen de la acción un modo impulsivo y no calculador. Este aspecto de la emoción está relacionado con la idea de Darwin sobre los roles funcionales de la emoción. Sugería que las emociones tienen un importante papel en la supervivencia porque ayudan a la generación de respuestas adecuadas a los sucesos del medio.

 

El ser humano es fundamentalmente emocional y es considerado capaz de controlar sus emociones de manera consciente analizando las causas de los sentimientos y tratando de modificar su curso. Las neurociencias actuales enseñan que el ser humano percibe los estímulos a través de los filtros emocionales de su cerebro.

 

Muchas emociones parecen actos inconscientes como el altruismo [del francés antiguo "altrui" = de los otros], entendido como comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias; o, sacrificio personal por el beneficio de otros, lo contrario al egoísmo, una actitud nada conveniente para el altruista.

 

De acuerdo a la Real Academia Española, designa el altruismo como la "Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio".

 

El filósofo francés Auguste Comte, padre del positivismo, acuñó esta palabra en 1851 y luego fue adoptada por el castellano. La idea del filósofo fue aportar el término opuesto a egoísmo, que no acaba de serlo la palabra generosidad, pues en ella no se explicita que el beneficiario de la misma sea precisamente el otro. Muchos consideran algo extremo este sistema ético (en el que los únicos actos moralmente correctos son aquellos que intentan promover la felicidad de otros).

 


TEORÍAS, ESTUDIOS E INVESTIGACIONES SOBRE EL ALTRUISMO

 

En la actualidad el altruismo se basa en consideraciones etológicas, las cuales son útiles para establecer de una manera incuestionable que el altruismo es importante en la evolución de las especies. Una gran cantidad de escritos concernientes al estudio de la  Biología evolutiva, Sociobióloga, Ecología y Genética de  poblaciones, Biología molecular, Antropología, Economía entre otros, relacionan de una u otra manera ambos términos (evolución de especies y altruismo) en las diferentes disciplinas científicas.

 

El altruismo en etología, y por tanto en la biología evolucionista, es el patrón de comportamiento animal, en el cual un individuo pone en casos de riesgo extremo su vida para proteger y beneficiar a otros miembros del grupo. Casi todas estas teorías explican cómo un individuo puede sacrificar incluso su propia supervivencia por proteger la de los demás, aunque siempre añaden el hecho de que entre los miembros de ese grupo ha de hallarse algún miembro que comparta parte de sus mismos genes. Ésta sería una manera de asegurar la continuidad de su código genético. Sin embargo, esta teoría resulta insuficiente para explicar las conductas altruistas que se desarrollan hacia individuos no emparentados, es decir, con los que no se comparte código genético.

 

Para explicar el altruismo no emparentado, se ha postulado que en estos casos la conducta altruista se lleva a cabo, cuando el individuo espera de alguna forma ser recompensado por el otro o por algún otro miembro del grupo; o que por último algunas de las conductas altruistas puedan ser el resultado de la necesidad del individuo de sentirse aceptado por el grupo, por sentirse partícipe dentro de él, con lo cual indirectamente también obtiene un beneficio.

 

El altruismo en las especies es un factor preponderante en la evolución de las mismas, cualquier evolucionista deja en claro que los procesos socio-biológicos dependen, en cierta medida, de la interacción que establecen los organismos para poder sobrevivir.

 

Según el modelo darwiniano tradicional, un individuo altruista debería ser eliminado por selección natural. No obstante, en algunas ocasiones Charles Darwin se aparta de una selección de individuos y extiende la selección natural al grupo, justamente cuando aborda el tema de la cooperación desinteresada entre los hombres. Darwin (1871) constata que: “No ha de olvidarse que, aunque un excelente nivel de moralidad apenas otorga ligera ventaja al individuo y a sus hijos sobre los demás individuos de la misma tribu, el aumento del número de hombres dotados de buenas condiciones y el progreso del nivel de moralidad concede ciertamente inmensa superioridad a una tribu sobre otra”

 

Sin embargo, la teoría de la selección familiar se diferencia del paradigma tradicional de selección en el sentido de que los organismos maximizan su aptitud inclusiva, es decir, su representación genética neta en sucesivas generaciones. Si bien la selección natural opera por reproducción diferencial de individuos, lo hace en última instancia por competencia entre los genes cuya proporción compartida entre individuos aumenta cuando más cercano es el parentesco (Barash, 1977).

 

Hamilton en 1964 retoma y establece el altruismo en la naturaleza, basado en la interacción entre organismos. Mayr posteriormente establece que: “El comportamiento altruista es útil, debido a que aumenta la eficacia reproductiva tanto del organismo altruista como de su especie, esto se debe, a que la selección puede favorecer la conducta a favor de otros miembros del grupo, es decir, el altruismo”.

 

Tiempo después, el término de lucha por la existencia cayó parcialmente en desuso, sin embargo, surgió otro concepto que confrontaba nuevamente al altruismo, el nombre de ese término fue “egoísmo”.

 

Una vez que el estudio del genoma se tornó preponderante, las consideraciones altruistas y de lucha adquirieron una dimensión molecular, posteriormente se implementaron mecanismos antagonistas del altruismo a nivel molecular. Para tal efecto, Dawkins establece su “egoísmo genético” en la naturaleza y sostiene que lo que habitualmente se entiende por altruismo, la conducta de un organismo cuando  se "comporte, de tal manera, que contribuya a aumentar el bienestar de otro ser semejante a expensas de su propio bienestar" se trataría de un altruismo individual aparente y, por lo mismo, la conducta contraria sería un egoísmo individual aparente. En definitiva, Dawkins sostiene que la selección natural darwiniana es aquella que la concibe como selección de genes (egoísmo del gen), y no como selección de grupos (altruismo entre individuos).

 

Elliot Sober hace una distinción entre dos tipos de altruismo: el altruismo evolutivo (“evolutionary altruism”) y  el altruismo vernáculo (“vernacular altruism”). El altruismo evolutivo, al que se puede denominar también genético, es un comportamiento instintivo, que no requiere de la existencia de una mente, y se corresponde con el sentido biológico. Es un sistema, conocido como selección por parentesco, supone que un animal ejecuta una tarea de escasa utilidad (o incluso negativa) para su supervivencia como individuo, pero muy positiva para sus parientes (en definitiva, para sus mismos genes). Ni siquiera las sociedades humanas son ajenas a la selección por parentesco. Este sistema requiere que los animales sean capaces de reconocer su especie y, por tanto, de rechazar a aquellos que no ‘recompensan’ su ayuda.

Mientras que el altruismo vernáculo se corresponde con aquello que la gente común entiende por “altruismo”. Esta forma de altruismo requiere de una mente, ya que se refiere a los motivos psicológicos que mueven a las personas a actuar en beneficio de otros (por contra de otros individuos que tendrán otras motivaciones psicológicas para ser egoístas). Si la selección natural es la ley, este altruismo vernáculo estaría al margen de la ley.

 

Savater (1988) sostiene que el hombre tiene un sentimiento natural, innato de simpatía y benevolencia antiegoísta, pero que estas conductas se fundan sobre el egoísmo.

 

El psicoanálisis considera que el altruismo no ha sido de interés, puesto que este tipo de conductas son una forma de defenderse del exterior e interior de los individuos, frente a las pulsiones, puesto que un sujeto en las primeras etapas de su vida, sólo busca la satisfacción propia regida por el principio del placer. Posteriormente este principio desaparece porque la realidad se lo impone por tres motivos: satisfacción de las necesidades del propio individuo, miedo al castigo y miedo a perder el amor de las figuras de apego, a través de la interiorización de las normas y prescripciones morales, provocando así que aparezcan los intereses sociales y afectivos.

 

 Las teorías del aprendizaje defienden que el altruismo son conductas prosociales aprendidas a partir de refuerzos y castigos resultado de los mecanismo de condicionamiento clásico y operante. Según Skinner (1978): “aprendemos a ayudar o a hacer el bien, y (…) lo aprendemos debido a las consecuencias derivadas de ello. Algunas veces ayudamos porque la incapacidad de los demás nos resulta aversiva. Ayudamos a los que nos ayudan, y dejamos de ayudarlos cuando dejan de hacerlo.”                             Según Bandura y Skinner es un largo proceso de aprendizaje social y por observación. Supone que estas conductas se realicen en beneficio de sí, y por consiguiente, debe ser situada dentro de la tradición asentada del amor propio.

 

El enfoque cognitivo-evolutivo amplía y profundiza los planteamientos de Piaget centrándose en el tipo de razonamiento que las personas utilizan para justificar lo que deberían hacer ante diversos dilemas morales, donde la empatía juega un papel importante en la elaboración de los juicios.

El concepto básico desde el que se explica el desarrollo moral es el de equilibración, que reorganiza las estructuras cognitivas que, en el curso de la interacción entre el sujeto y el ambiente, conducen a un sistemas más equilibrado. Esto implica que los estadios morales superiores son más estables y consistentes.

 

Según la psicología humanista el ser humano tiene necesidades fisiológicas y otras inherentes a la condición humana de carácter psicológico, como es el amor, considerado como la óptica que supera el egoísmo, pues se trata del interés activo por vincularse con otras personas, capacidad de responder a las necesidades del otro, aceptación del otro tal y como es, interés activo por el desarrollo y felicidad de la otra persona, y la comunicación desde el núcleo del ser de uno mismo con el otro.

 

 En la actualidad se constata la teoría que lanzaba Comte (1851) al mencionar el impulso a buscar el propio beneficio, incluso ayudar, como un hecho que ocurre de un modo bastante espontáneo y que puede definirse como egoísmo. Batson señala que la motivación prosocial es egoísta cuando la meta última es aumentar el bienestar del otro. En la actualidad lo primordial es el propio beneficio, lo que se denominaría el pseudoaltruísmo manifestándose de diversas formas:

-         Equiparando el altruismo y la conducta de ayuda, sin tener en cuenta la motivación. Un caso típico es el de los sociobiólogos que llaman altruismo a cualquier acción en el que el sujeto se niegue en sí mismo en pro de la supervivencia de la especie.

-         Búsqueda de recompensas personales, especialmente internas. Es propio de muchas concepciones psicológicas que insisten en la auto-recompensa del sujeto que realiza la acción. Esta puede encontrarse en la autoestima y autoconcepto.

-         Tratar de reducir el estímulo aversivo. La finalidad es eliminar un estado interior de tensión o descontento ante una situación ajena.

El problema común de estos enfoques se presenta en la inestabilidad de de la conducta que lleva a caer con facilidad en el pseudoaltruísmo, además de una evidencia que permita eliminar las posibles explicaciones de egoísmo.

 


EL ALTRUISMO EN DISTINTAS ESPECIES

 

Un aspecto fascinante de algunas sociedades animales es la forma desinteresada que, al parecer, tienden a favorecer a otros de su misma especie. ¿Cómo puede la selección natural aprobar esta conducta? Esta cuestión se plantea en casi todas las especies sociales.

 

El altruismo es un sistema de ayuda, desinteresada, pero en las especies animales no se da de forma gratuita. En las relaciones de intercambio lo que preocupa a los individuos implicados es tener la seguridad de que se consigue algún tipo de equidad, que las recompensas y costes se distribuyen de manera justa entre cada una de las partes. Por el contrario, la relación comunitaria es aquella en que ninguna de las partes lleva las cuentas. Mas recibirá sin reparos el mismo tipo de atenciones cuando las necesite. Este altruismo se considera “altruismo recíproco”, no es en realidad, un tipo de altruismo porque el individuo que coopera espera una recompensa y sus acciones no son desinteresadas. Para que un comportamiento pueda ser calificado de altruista debe beneficiar a otro pero sin incrementar la eficacia biológica del que hace la acción (y se perjudica en bien de los demás).

 

 

El estudio, sobre las lagartijas de lados manchados en California, y liderado por investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz, se centra en lagartijas macho no emparentadas que forman sociedades cooperativas para proteger sus territorios. Estas sociedades son a menudo mutuamente benéficas, permitiendo a ambos amigos engendrar más crías de las que podrían si actuasen por separado. Bajo ciertas circunstancias, sin embargo, un macho en el dúo puede llegar a tener pocas crías o ninguna como resultado de proteger a su socio de las agresivas intromisiones de otras lagartijas. Este tipo de cooperación, en la cual un individuo soporta todos los costos y otro no emparentado recibe los beneficios, se llama "altruismo verdadero". Estas lagartijas tienen un ciclo de vida anual, así que este comportamiento puede significar el fin de la estirpe del macho altruista.

 

Acaba de publicarse en Animal Behaviour un caso de altruismo en las hormigas de Centro y Sudamérica, las típicas marabuntas de cientos de miles de individuos, de la especie Eciton burchellii. Se ha demostrado que, cuando existen irregularidades en el terreno (las pruebas se han hecho con agujeros), algunos individuos las tapan con sus cuerpos para que los demás puedan atravesarlos con comodidad. Se llegó a observar, incluso, que las hormigas calculaban de alguna manera qué tamaño de cuerpo era mejor para cada agujero. Según uno de los autores, Scott Powell, han demostrado que un simple y sencillo comportamiento llevado a cabo por una minoría redunda en beneficio de toda la población. En concreto, este comportamiento facilita una mayor velocidad de movimiento de la marabunta y una mayor efectividad a la hora de capturar más presas.

 

W.D. Hamilton desarrolló un primer acercamiento a este problema gracias al concepto de "selección de clase", elaborado en 1960. Utilizando argumentos de tipo matemático, mostró que los individuos de una especie pueden mejorar su capacidad de éxito reproductivo ayudando a sus parientes más cercanos, siempre que la ganancia conferida por el receptor del acto altruista sea mayor que el costo de aquel que realiza la acción. Este concepto viene a explicar muchos comportamientos de insectos sociales y otros mamíferos; en el caso de las abejas, podría explicar por qué las obreras se "sacrifican" más que los zánganos por el bien común de la colmena; mientras los zánganos son el producto de la reproducción sexual, las abejas obreras son clones unas de otras, al ser fruto de la partenogénesis, es decir, de la reproducción asexual sin intervención de macho. El hecho de compartir más genes entre ellas que con los zánganos, sería la razón de su comportamiento altruista hacia la colmena, pues su sacrificio redundaría en la perpetuación de sus genes a través de sus hermanas.

 

En una serie de experimentos publicados por la revista Science muestran, que el altruismo aparece en el hombre al cumplir los 18 meses, al igual que en el chimpancé; lo que sugiere que los seres humanos tienen una tendencia natural a ayudar a los demás. Los científicos ven en el comportamiento de los chimpancés el origen remoto de nuestro propio altruismo, que quizá provenga de un ancestro común, desde el que evolucionó al comportamiento que los humanos tenemos hoy.

 

             Existen otros muchos ejemplos, pero con estos son suficientes para demostrar el altruismo en otras especies animales.

 

 


ORIGEN DEL ALTRUISMO EN EL SER HUMANO

 

El altruismo utiliza el cuerpo como su teatro (medio interno, visceral y sistema músculo-esquelético) pero las emociones también afectan a la forma de funcionar de numerosos circuitos cerebrales. Lo que impulsa a la búsqueda de neurólogos y psiquiatras por descubrir por qué al sistema neuronal del ser humano le pasa esto. Pero sólo las reacciones automáticas pueden evaluarse objetivamente; sin embargo, es imposible hacer una descripción de una emoción basándose exclusivamente en las reacciones autonómicas y endocrinas que genera.

 

Los mecanismos que producen estas emociones ocupan un conjunto de regiones subcorticales que engloban desde el tronco del encéfalo a otras áreas más altas del cerebro, y, en concreto, la revista Nature Neuroscience publicó que el córtex temporal superior en el hemisferio derecho es el área que se activa al realizar una intención generosa.

 

El componente fisiológico de las emociones son los cambios que se desarrollan en el sistema nervioso central y que están relacionados con la presencia de determinados estados emocionales. Durante los procesos emocionales los siguientes centros del sistema nervioso central se consideran activos:

 

-         La corteza cerebral forma parte del sistema nervioso central. La corteza cerebral activa, regula e integra las reacciones relacionadas con el pensamiento racional y abstracto. Requiere de un proceso central administrativo dedicado a las decisiones referentes a intenciones, selección de planes y resolución de conflictos. Las decisiones de un sistema inteligente no se pueden tomar de manera independiente, de ahí que los procesos desarrollados por la mente que impliquen logros conflictivos necesitan ser resueltos a un mayor nivel de abstracción.

-         La capa más antigua está en el centro del cerebro y se conoce como cerebro reptileano. Se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia como comer y respirar.

 

-         El hipotálamo forma parte del sistema límbico. Este se dedica a la activación del sistema nervioso simpático. Este centro se encargan de regular emociones del individuo.

 

-         La amígdala forma parte del sistema límbico. Está relacionada con las conductas motivadoras, experiencias afectivas y sensaciones de tristeza, sorpresa, felicidad, amor y miedo. Es fundamental para la supervivencia del individuo. En cualquier actividad, la amígdala está monitoreando todo lo que sucede alrededor, incluso mientras duerme el individuo, está atenta y ante cualquier sonido que pueda representar una amenaza, activa sus conexiones y hace que despierte en caso de peligro.

 

-         La médula espinal es la continuación del bulbo del cerebro. De ella salen terminaciones nerviosas que va a parar a cualquier parte del cuerpo, por lo que se relaciona con determinadas respuestas fisiológicas que producen las emociones como la reacción en el cambio del flujo sanguíneo y las secreciones, la frecuencia cardiaca, conductividad eléctrica de la piel (relacionada con la transpiración), tensión muscular, temperatura de rostro y manos y frecuencia respiratoria. Es posible que las reacciones emocionales estén relacionadas con cambios fisiológicos necesarios para que el individuo haga frente a la situación o bien para la transmisión de mensajes o señales de respuesta a otros individuos.

 

 

Es importante aclarar que no sólo el factor fisiológico es el que interviene en estas situaciones, sino que también influyen factores personales y sociales. Un factor personal importante es el de recompensa al esfuerzo. Durante estas actividades se sufren momentos de crisis por el nivel de peligro de la práctica. Cuando se superan estos momentos críticos y se finaliza la actividad, se percibe una sensación de bienestar y satisfacción por haber dado término a ésta. Cualquier momento de sufrimiento y el sacrificio que supone el salvar ciertos instantes de verdadero riesgo son recompensados por el estado de satisfacción posterior que invade a las personas que la practican.

 

 

El elemento que predomina, en términos neuroquímicos, en situaciones límite son las emociones y los afectos influyen sobre las decisiones de forma masiva y permanente, sin embargo, el grado de corticalización alcanzado en la especie humana permite ejercer un control frecuentemente decisivo sobre las emociones y su correspondiente expresión.

 

No únicamente depende el altruismo de las emociones sino también de la conciencia, puesto que puede funcionar en ’piloto automático’, o sea, sin necesidad de ejercitar inteligencia alguna, únicamente basándose en los instintos. El individuo es consciente de lo que está haciendo, pero no se plantea si es bueno o malo. Los tipos de conciencia son:

 

  1. Conciencia individual: se refiere a la conciencia de uno mismo y de cómo el entorno lo puede perjudicar o favorecer. Se establece lo que es bueno y malo para uno mismo. El ejercicio acertado de esta función mental se llama instinto de supervivencia.

 

  1. Conciencia social: se refiere a la conciencia del estado de los demás miembros de su comunidad y de cómo el entorno los puede perjudicar o favorecer. Se establece lo que es bueno y malo para una comunidad. El ejercicio acertado de esta función mental se llama instinto de protección.

 

  1. Conciencia temporal o competente: se refiere a la conciencia del medio que le rodea y de cómo afecta a uno mismo y a los demás en la línea del tiempo. Se establece lo que es bueno y malo para el futuro de la comunidad.

 

  1. Conciencia emocional o empatía: se establece lo que es bueno y malo en función de datos emocionales, y de cómo el entorno y la forma de actuar de uno mismo, afecta al estado emocional de su comunidad.

 

 

Pese a no haberse encontrado los sistemas cerebrales que regulen directamente los comportamientos altruistas, se presume por todo lo anterior que el sistema nervioso de los mamíferos debe tener la capacidad de elaborar emociones sociales que conlleven un comportamiento altruista.

 

 


PROCESOS QUE SIGUE EL ALTRUISMO

 

Autores como Schwartz y Howard (1981) proponen un modelo procesual de altruismo en cinco pasos:

-         Atención: en este primer paso alguien se da cuenta de que otra persona necesita ayuda, se selecciona una acción altruista y el individuo se autoatribuye la competencia necesaria para llevarla a cabo.

-         Motivación: en este segundo paso el sujeto se construye una norma personal y se genera el deber moral de ayudar.

-         Evaluación: es el paso en el que la persona compara los costes y los beneficios de ayudar.

-         Defensa: es la evaluación anticipada que puede realizar alguien de lo que sucedería si no se toma la decisión de ayudar, lo cual obviamente reduce la probabilidad de ayudar.

-         Conducta: es el último paso donde la decisión final, en la cual puede influir un efecto boomerang y las personas con gran probabilidad de comportamiento altruista, no ayudarán si piensan que intentan aprovecharse de ellos.

 

En cambio, Hoffman y Krebs establecen otra serie de pasos:

 

En primer lugar la percepción de la necesidad ajena, percibiendo las dimensiones relativas al bienestar del otro focalizando la atención del observador en el otro. La respuesta de la empatía es el resultado de adoptar la perspectiva del otro, suponiendo algo más que captar la necesidad ajena desde una perspectiva externa y objetiva. Esta adopción a la perspectiva del otro requiere imaginar cómo la otra persona está siendo afectada por una situación, para lo cual el efecto que algo tiene en dicha persona es el elemento esencial, junto a la percepción de la necesidad, para producir empatía. El saber ponerse en lugar del otro se puede aprender, pero frecuentemente es el resultado de haber tenido experiencias semejantes o del afecto.

 

Además el afecto es un elemento difícil de analizar aunque se puedan describir ciertas características generales como la alegría o la tristeza ante la presencia o la ausencia de alguien. También es cierto que implica procesos cognitivos como la similitud percibida o el atractivo, pero la característica más básica parece ser emocional, o incluso genética. El sentimiento de empatía depende del afecto, pues a medida que el afecto es mayor, hay más posibilidad de adoptar su perspectiva, lo cual es una condición para que se de la empatía. Para realizar actividades altruistas es necesario percibir el malestar personal ante la situación del otro con los sentimientos de ansiedad, perturbación, intranquilidad, compasión, simpatía, afecto y ternura. La empatía no es tanto sentir lo mismo que el otro sino una disposición hacia el otro que se relaciona con su bienestar.

 

La motivación altruista no necesariamente se dirige a calmar la propia ansiedad, pues puede tener como finalidad eliminar la situación de necesidad del otro. Aunque esto producirá al que ofrece la ayuda una satisfacción personal y reducirá el estímulo aversivo. Todo esto debe ser el efecto y no el motivo principal de la acción.

Existen dos tipos de motivación:

-         Empática: en la que los sujetos pueden sentirse inclinados a actuar a favor de los demás por empatía con quien está necesitado de ayuda.

-         Racional: en la que los individuos que han llegado a un determinado nivel de razonamiento moral pueden llegar a formular principios éticos universales que les lleven a actuar, en determinadas ocasiones, en función de ellos y con independencia de cualquier consideración sobre el beneficio personal.

 

El cálculo de lo que se arriesga, aunque parezca contradictorio, también en la motivación altruista se realiza un análisis de constes-beneficios antes de actuar. Atender únicamente a la meta deja de prestar atención a los costes asociados a ella. En la acción la persona motivada de un modo altruista ayuda si los beneficios que se perciben son positivos, y si estos beneficios se consideran mejores que los que se pueden obtener de otra manera y están disponibles. En caso de no ayudar la emoción y la motivación desaparecerán sustituidas por otras posibles respuestas.

 

 

 


FACTORES QUE INFLUYEN EN EL ALTRUISMO

 

El altruismo se logra mediante relaciones y asociaciones humanas que desenvuelvan un continuo ejercicio, participación, intercambio y equidad de poder entre cada uno de los involucrados en un grupo o relación social, para formar y fortalecer tejido social.

 

Las emociones que suscitan el placer o el dolor constituyen importantes señalizadores biológicos que a lo largo de la vida intervienen de un modo crítico en cualquier adquisición del sistema de valores funcionales, sociales y morales que guía el comportamiento. Estas parecen haber evolucionado en los seres vivos, no como elementos centrales de un proceso regulador del comportamiento adaptativo y la supervivencia, sino como componentes auxiliares de tal proceso.

 

            En este apartado se diferencian dos tipos de factores, que a su vez se clasifican en otros:

 

 

FACTORES PERSONALES:

 

La personalidad supone un sistema de preferencias, lucha o aversión por determinados resultados finales deseados o que se intentan evitar. Además de ser un conjunto de conocimientos asociados a creencias, valores y conocimientos necesarios para conseguir dichas metas, así como las habilidades concretas aprendidas.

Se asocian tres rasgos de la personalidad a la predisposición de este tipo de conductas:

 

-         El primero de ellos la expresividad. Las personas con facilidad de expresar sus sentimientos tienden a llevar a cabo más conductas espontáneas de ayuda y a cooperar con los demás (Marcus, 1986).

-         El segundo es la sociabilidad. Las personas extrovertidas llevan a cuando mas conductas de ayuda de carácter activo, mientras que los introvertidos prefieren formas de ayuda que no exijan interacción social (Suda y Foust, 1980).

-         El tercero es la asertividad. Las personas con cierto nivel de asertividad se acercan a aquellos que necesitan ayuda, pero a la vez, los niños con niveles bajos de asertividad tienden a recibir frecuentes peticiones de ayuda por parte de los demás.

 

El altruismo se da por empatía ante las personas en situaciones de necesidad o por la satisfacción que puede producir hacer el bien; por convencimiento, por decisión de la voluntad a partir del descubrimiento racional de determinados principios de valor universal; o bien  por propio amor puesto que puede llega a descubrirse que la mejor forma de conseguir autoafirmación es colaborando con los demás. Los sentimientos también interfieren en las conductas altruistas. Estos sentimientos se clasifican en:

 

-         De culpa. En este apartado existe cierta polémica acerca de la existencia o no de una motivación auténticamente altruista, pues la culpa normalmente es el resultado de la realización o el deseo de llevar a cabo una acción inmoral o egoísta, pudiendo actuar como una motivación de la conducta altruista.

-         Positivos. La percepción positiva que el sujeto tiene de sí mismo se orienta hacia los demás, provocando una visión más positiva de los seres humanos y del grupo en le que vive, favoreciendo los comportamientos de ayuda.

-         Negativos. Este tipo de emociones aumentan las conductas altruistas cuando la atención se dirige hacia el malestar de los otros, pero disminuirán o no la realiza cuando la atención se dirige hacia el propio sujeto.

 

El estado de ánimo en el que la persona se encuentra es decisivo de la ayuda. La razón parece ser que una persona mejora su autoconcepto y se justifica en cierto modo cuando ayuda.

 

La cognición de los individuos juega un papel importante en la ejecución de este tipo de conductas, pues la capacidad de ponerse en el lugar del otro ayuda a tener sentimientos empáticos, reconocer las necesidades de los demás, etc. favoreciendo este tipo de conductas. De hecho para muchos autores esta capacidad constituye un requisito del desarrollo del altruismo.

Las personas que tienen un concepto mas positivo de la naturaleza humana y de los que se puede esperar de las relaciones interpersonales, atribuyendo al ser humano la capacidad de llevar a cabo conductas desinteresadas. Este modelo mental tiene importancia cuando el sujeto tiene que tomar decisiones estables respecto a sus conductas altruistas. De hecho las personas que defienden los derechos civiles y diferentes causas sociales suelen tener un concepto mas positivo de la naturaleza humana.

El juicio moral y normas socio-morales también inciden en la cognición, pues un alto nivel de juicio moral favorece la práctica del altruismo, aunque es probable que dependiendo de diferencias personales y situacionales, este factor pueda ejercer mayor o menor influencia sobre la conducta moral. Las personas crean normas personales como expectativas de sí mismas en diversas situaciones y el incumplimiento de dichas normas lesiona el autoconcepto a través de sentimientos de culpa, pérdida de autoestima. Se ha analizado el influjo de las normas sobre la conducta altruista y los resultados muestran tres tipos de normas:

-         Reciprocidad: prescribe que se ha de ayudar a quien ha ayudado anteriormente. Aunque la reciprocidad es importante en el altruismo, no lo explica como tal dado que consiste en devolver un favor.

-         Equidad: constituye el equilibrio continuo entre los aportes y resultados propios y los de las personas con los que mantienen una relación. Esta norma puede llevar a cabo actuaciones generosas como egoístas.

-         Responsabilidad social: determina que se ha de ayudar a los que necesitan de la ayuda de uno mismo.

Existe una relación entre el nivel de inteligencia y la predisposición a actuar de forma altruista, ya que dependiendo del nivel de inteligencia, la capacidad de detectar el estado del otro, ponerse en su lugar y encontrar un modo de ayuda, será mayor.

La capacidad para hacer juicios sobre el significado del entorno y el concepto que se tiene de la propia competencia se considera importante pues el tipo de creencias que se tiene sobre las habilidades para influir sobre los sucesos interfieren sobre las conductas altruistas.

La cognición no se puede correlacionar con el altruismo dado que muchas conductas altruistas se efectúan sin procesamiento consciente.

 

A medida que aumenta la edad, este tipo de conductas también aumentan en número y complejidad (Fehingold, 1982; Dunn y Munn, 1986) variando las motivaciones que les impulsan hacia estos actos, pues los niños se motivan a hacerlo por refuerzos, mientras que los mayores tienden a ayudar y compartir más.

 

La mayor parte de estudios sobre la influencia del sexo en el altruismo no han encontrado diferencias consistentes entre uno y otro. Puede ser definida como los modos en que las culturas asignan las funciones y responsabilidades distintas a la mujer y al hombre en la sociedad, es por tal razón que al estudiar los valores deseados por unos u otros desde esta perspectiva dentro del ámbito de las organizaciones, es necesario tener en cuenta la cultura, así mismo la clase social tampoco tiene soporte consistente.

 

 

FACTORES SITUACIONALES:

 

La influencia de la familia se ve afectada por la historia afectiva, modelo parental, identificación con los progenitores, disciplina parental e influencia de los hermanos, pues a partir de estos factores se enseñan y se aprenden conductas a obrar a favor de los demás cuando estos se encuentran en necesidad de ello. Pues los grupos que han aprendido esto son los que mejor han sobrevivido. Los argumentos se podrían sintetizar, en que los niños nacen preorientados socialmente y necesitados de vínculos afectivos estables con algunas personas que se vinculen con ellos, y les ofrezcan un repertorio de conductas adecuadas como confianza, seguridad para abrirse a otros contactos sociales, aprenden el uso y significado de expresiones emocionales y a demandar necesidades y satisfacer las de los demás, tomando como patrones sus figuras de apego y proporcionando al niño refuerzos y castigos por las conductas realizadas.

 

La influencia de la escuela en las conductas altruistas, dado que los maestros promocionan ciertos valores, atienden a las emociones y necesidades de los niños, pues muchos niños que en su ambiente familiar no ha sido el más adecuado para el desarrollo de este tipo de conductas, la escuela puede constituir una excelente oportunidad para le aprendizaje de las mismas.

 

La cultura diferencia distintos actos altruistas no solo por normas y valores sino también por motivaciones. Se han sugerido distintas explicaciones en este sentido, pero poco detalladas y con escaso apoyo empírico.

 

 

            Como se ha visto, indudablemente, le comportamiento de ayuda está influido por las características de la persona que aporta la ayuda, pero la literatura muestra que, en general, se ayuda mas a quienes son mas atractivos y/o gustan por cualquier motivo, a quienes son similares a uno mismo, a las personas del mismo grupo en comparación con las que pertenecen a otros grupos, y a quienes se merecen que les ayuden.

 

 

 


FUNCIONES DEL ALTRUISMO

 

El altruismo es una respuesta innata a la supervivencia y no todo humano logra concienciarse en su mayor exponente, sino que son dependientes de la educación, costumbres y moral local. No suele manifestarse de forma consciente, sino como una imagen de lo que se siente en piel ajena. Ello motiva a actuar pensando que eso es lo bueno y lo malo, sin cuestionarlo ni racionalizarlo.

 

Así mismo, modula el comportamiento concentrando la atención y memoria de trabajo en los estímulos o situaciones que resultan relevantes según la historia personal. Permitiendo catalogar de forma anticipada y contundente las hipotéticas consecuencias de un posible comportamiento, es decir, permiten evaluar de forma muy realista y viva las situaciones futuras en las que pudieran estar implicados.

Además generan respuestas del organismo ante acontecimientos (enemigos o alimentos,..) polivalentes y flexibles. Son reacciones que ayudan a escoger la respuesta más adecuada y útil entre un repertorio posible.

 

A parte, alientan al individuo como un todo único ante el estímulo, tal reacción emocional incluye la activación de múltiples sistemas cerebrales (activación reticular, atencional, mecanismos sensoriales, motores, procesos mentales), endocrinos (activación suprarrenal medular y cortical y otras hormonas), metabólicos (glucosa y ácidos grasos) y en general activación de muchos de los sistemas y aparatos del organismo (cardiovascular, respiratorio, etc.) con el aparato locomotor como centro de operaciones.

 

Igualmente, juegan un papel muy importante en el proceso de razonamiento y en la toma de decisiones, especialmente aquellas relacionadas con la persona y su entorno social más inmediato.

 

Las emociones podrían involucrarse en el razonamiento sobre sistemas complejos mediante las interacciones anatómicas y fisiológicas que tienen lugar entre las regiones emocionales del cerebro (donde la amígdala tiene un papel central) y las regiones del lóbulo frontal implicadas en el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Cuando existe un dilema se produce un marcaje emocional altamente significativo de las distintas opciones que facilita la planificación del futuro y la toma de las decisiones más ventajosas.

 

 

 


CASOS DE ALTRUISMO

 

Existen multitud de casos de altruismo, entre ellos se citan los siguientes ejemplos:

 

Las acogidas temporales, una iniciativa solidaria que realizan algunos padres gracias también a la acción de diversas asociaciones que intentan proporcionar a niños de otros países un ambiente familiar con todo aquello que no pueden disfrutar en sus países de origen por varios motivos, el más destacado ser huérfano.

 

            Algunas ONGs, junto a sus voluntarios, realizan proyectos de apoyo a la población más desfavorecida, orientando su labor a la alimentación, educación, formación profesional y necesidades básicas. Con el fin de canalizar los recursos humanos y económicos que permitan ampliar las expectativas de futuro, partiendo desde sus necesidades básicas.

 

            Las catástrofes en el medio natural producidas por la mano del hombre disparan el número de personas voluntarias que acuden a realizar distintos tipos de ayuda para intentar poner remedio a la situación. Muchas de estas personas que colaboran en la limpieza o detención de daños que se realizan en la naturaleza acaban haciéndose voluntarios.

 

En la familia humana, normalmente existe bastante altruismo entre sus componentes. Unos se sacrifican por otros, y en muchos casos no se obtiene nada a cambio, o únicamente la capacidad de perpetuación de los genes, los miembros de una familia trabajan por la familia; surge porque es estable, puesto que es mejor. Además la familia tiene más información genética común que la que se tiene con extraños.

Un ejemplo más concreto de la familia humana es la siguiente noticia:

 

Un niño y su padre mueren ahogados en el canal del trasvase Tajo-Segura

 

COLPISA | TOLEDO 30-3-2007 09:51:00

 

Un niño de ocho años edad y su padre, de 44, fallecieron ahogados este jueves en el canal del trasvase Tajo-Segura, a la altura de la localidad conquense de Alcázar del Rey.

Poco antes de las 7:00 de la tarde, el niño -identificado como Alfonso Y.L-, jugaba con su perro y dos amigos cerca del canal cuando cayó al agua, pero no fue arrastrado por la corriente al quedar enganchado con la cadena del animal.

El padre del menor, Abel Y.R, que había acudido hasta el canal alertado por otro de los niños, se arrojó al agua en un intento desesperado por rescatarlo. En ese momento, el niño se desenganchó de la cadena y ambos fueron arrastrados por la corriente.

Los bomberos lograron rescatar los dos cuerpos a unos dos kilómetros de donde habían caído, pero los servicios médicos nada pudieron hacer por salvar sus vidas, a pesar de que el niño fue rescatado con vida e intentaron reanimarlo durante más de una hora.

El suceso ha causado una gran conmoción en la localidad de Alcázar del Rey (Cuenca) de la que padre e hijo eran vecinos.

 

¿Qué es lo que impulsa a un padre a arriesgar su vida por la de su hijo? ¿Por qué lo hace?

 

Uno puede ayudar porque puede esperar que luego otro le ayude, también puede ayudar a un familiar para propagar sus genes, o la motivación puede ser puramente emocional.

 

El supuesto de que toda conducta altruista es, en el fondo, egoísta parece que no explica la conducta concreta de muchas personas, pues esta teoría del gen egoísta está regida por el egoísmo de los genes de cada organismo, y no por el altruismo de cada individuo con respecto a los demás miembros de su especie. Como se puede observar en la noticia, el niño no es egoísta y pide a su padre que arriesgue su vida, sino que es el padre el que decide actuar, por lo que la teoría del egoísmo genético no es válida puesto que, según la teoría psicoanalítica este tipo de conductas se realizan con el fin de satisfacer y beneficiar a uno mismo. Darse a los demás es la mejor forma de ganarse a sí mismo y es lo que produce al individuo la mayor satisfacción. Esto no quiere decir que la teoría que prevalece sea la psicoanalítica, ya que lo que impulsa a un padre a realizar un acto como este se fundamenta y encuentra sentido, por un lado, en la recompensa individual y por otro en la creencia en que todos somos solidarios.

Los intereses de los organismos individuales son la motivación de las acciones sin olvidar el aprendizaje de la especie humana (teoría del aprendizaje), pues los individuos en interacción social aprenden a interesarse por el resto, cuyo fondo es interesarse por uno mismo.

 

            La teoría etológica defiende que lo que impulsa al padre a arriesgar su vida es el factor genético de un individuo ya que asegura la continuidad del código genético. Pero en la actualidad, lo que más incide, no es esta teoría o la teoría familiar que defiende lo mismo, sino la personalidad, edad, sexo, cultura, familia, etc. del propio individuo, dejando en el trasfondo de la cuestión estas dos teorías.

 

La teoría de la psicología humanista sería, al igual que la del aprendizaje, las teorías que predominan sobre el resto, ya que de la interacción que establecen los diversos sujetos para poder sobrevivir surge el afecto, elemento importante para el ser humano pues es una necesidad fisiológica y de condición humana porque el hombre es emocional por naturaleza.

 

Realmente este padre se ve afectado por las emociones y afectos hacia su hijo, y no tanto por el factor genético, puesto que en ese instante, después de observar a su hijo en esa situación, lo que impulsa al padre a la acción, calculando o evaluando lo que arriesga y puede perder, es la motivación que siente provocada por el afecto hacia su hijo, pues ante la ausencia del niño sentiría tristeza.

El afecto que siente el padre no sólo influiría con esta tristeza, sino también a través de la empatía, no tanto la de sentir lo que el otro siente en esa situación sino una disposición hacia el otro que se relaciona con su bienestar.

Se podría considerar el altruismo algo aparente y no real, puesto que cuando se ayuda a alguien se hace buscando el propio beneficio aunque sea de forma muy sutil. Pero recibir algún tipo de recompensa interna relacionada con los sentimientos es inevitable y deseable, ya que son los resortes motivacionales de estas conductas. De no ser así, se negaría la existencia de altruismo y se hablaría de egoísmo o cooperación. En resumen, no se van a tener en cuenta motivaciones, ni intenciones, sino sólo actos.

 

Durante la reacción que adopta el padre por intentar salvar a su hijo se puede observar cómo las emociones utilizan el cuerpo del padre como si fuera su teatro para llevar a cabo un acto, originado por la amígdala (lugar donde se originan las emociones) y la médula espinal, que se encarga de dar moviendo a las distintas partes del cuerpo.

El incremento de adrenalina en el organismo del padre y la situación de incertidumbre o imprevisibilidad acerca de cómo obtener resultados satisfactorios en la respuesta a la situación de peligro, conduce a un estado de estrés y miedo, influyendo sobre la decisión que toma el padre, deteniendo momentáneamente el sistema inmunológico de manera automática para acrecentar el nivel de activación fisiológica y cognitiva, ayudándole a percibir mejor la situación y a responde ante ella con el fin de contribuir a la supervivencia, en este caso la del hijo.

 

Finalmente, se pueden dar varias explicaciones para este fenómeno, unas le dan más importancia al aspecto biológico, otras al social, o al cognitivo. Es importante observar que si se centran sólo en un punto no se lograría un aspecto integrador de la noción de emoción, porque como ya hemos visto la emoción no se limita sólo a los aspectos fisiológicos, o a las expectativas, aprendizaje, etc. sino que emoción es el conjunto de todos estos aspectos y todos estos se deben tener en cuenta para lograr un mejor entendimiento de un acto altruista o heroico como este.

 

CONCLUSIÓN

 

Se cree que el ser humano actual tiene, por un lado, un programa hereditario específico, resultado de miles de años de experiencia incorporado poco a poco a sus genes y, por otro, nace en una sociedad organizada, heredad de toda la  cultura que ha sido capaz de crear y transmitir instrumentos fundamentales para la vida cotidiana.

La herencia específica y cultural son el resultado de adaptaciones al medio físico y social frente al riesgo de perecer por problemas procedentes del ambiente físico o del entorno humano. El éxito sólo se ha conseguido si los individuos se han mantenido unidos, de ahí surgió las primeras conductas de cooperación que con el paso del tiempo podrían convertirse en altruismo.

 

Parece claro que el uso cotidiano del concepto implica una acción completamente desinteresada en beneficio de otras personas o de una causa, pero nunca en beneficio propio. Más bien  esa acción conlleva unos costos o esfuerzos que el individuo no espera que sean recompensados. Pero para comprender el altruismo en un individuo es necesario un grupo, estando claro que las personas tienen numerosas conductas de ayuda que favorecen la supervivencia del grupo, y en definitiva de la especie. Desde este punto de vista, no existe sólo el amor propio individual, sino también el amor propio social.

 

Los psicólogos intentan establecer enunciados sobre aquello que las personas hacen como la práctica del altruismo, pues se considera un principio regulador de relaciones interpersonales a lo largo del tiempo.

 

No se puede negar la existencia de actos, al menos en apariencia, altruistas y, sin embargo, son difíciles de explicar, pues es muy difícil que cumplan todos los criterios de beneficiar, ser voluntaria, estar bien definida o definidas las personas beneficiarias.

Sin duda, no todos los actos altruistas son de la misma índole: un padre que arriesga su vida o incluso se sacrifica para el bien de su progenie puede ser explicado como de un acto egoísta (el padre desea que sus genes, heredados a sus hijos, perduren en la población) o de afecto. Otros actos, como el de personas entregadas al bienestar de la humanidad y que no buscan prestigio no parecen tener una explicación, salvo, tal vez, la teoría psicoanalítica. Quizás lo que distingue al hombre de otros seres vivos no sea tanto la racionalidad, sino el dominio de la cultura o creencias sobre la naturaleza biológica del ser humano. Por lo que las emociones son diferentes ya que cada individuo ha generado su sistema en un medio diferente y la construcción de ese esquema de valores se basa en la capacidad que tiene cada individuo para activar los sistemas emocionales de su cerebro. Por lo que el aprendizaje y la cultura cambian la expresión de las emociones y les da nuevos significados, aunque como procesos biológicos dependan de mecanismos cerebrales innatos, depositados por una larga historia evolutiva.

 


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