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TEORÍA DE CARL RANSOM ROGERS

TEORÍA DE CARL RANSOM ROGERS

Carl Ransom Rogers (n. 8 de enero de 1902 en Oak    Park, Illinois– m. 4 de febrero de1987), fue uno de los psicólogos más influyentes en la historia   estadounidense; quien, junto a Abraham Maslow,          llegaría a fundar el enfoque humanista en psicología.     Fue partícipe y gestor instrumental en el desarrollo de la terapia no directiva, también conocida como terapia centrada en el cliente, que él renombró como terapia centrada  en la persona, conocida por sus siglas en      inglés PCA («Person-centered approach»), para reflejar que sus teorías abarcan no sólo las interacciones entre el terapeuta y el cliente sino que también se aplican a todas las interrelaciones         humanas. La terapia Rogeriana contrasta con las perspectivas psicológicas Freudianas, y las sociales de Alfred Adler y Albert Bandura, por el uso preferente de la empatía para lograr el proceso de comunicación entre el cliente y el terapeuta, o por extensión, entre un ser humano y otro. Esta teoría se basa en años de experiencia con pacientes.

Fue el cuarto de seis hijos. Cuando tenía 12 años, su familia se trasladó a vivir a una granja, a unos 50 Km. al oeste de Chicago, que es donde pasó su adolescencia. Ingresó en la Universidad de Wisconsin para obtener la licenciatura en Agricultura. Después, cambia de carrera y estudia ministerio sacerdotal y comienza a estudiar Historia. Es seleccionado de entre diez estudiantes para asistir, durante seis meses, a la Conferencia de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos celebrada en Pekín.

Se casa después de graduarse y se muda a la ciudad de Nueva York. Ingresa en el programa de Psicología clínica de la Universidad de Columbia, y recibe su doctorado en 1931. Inicia su trabajo en la Sociedad de Rochester para la Prevención de la Crueldad Infantil, hasta 1940. En ese momento fue influenciado por Theodore Reich y Otto Rank y muestra un cambio radical al aceptar el cargo de profesor de Psicología en la Universidad Estatal de Ohio. Escribe su primer libro en 1942. En 1945 es invitado a crear un centro de consejería en la Universidad de Chicago. Estuvo allí hasta 1951, año en que publica Terapia centrada en el cliente. En 1957, regresa a la Universidad de Wisconsin a enseñar Psicología y Psiquiatría. Publica su siguiente libro en 1961. En 1964 accede como investigador en el Western Behavioral Sciences Institute en La Jolla, California. Publica otro libro en 1980. Trabaja en su terapia, da conferencias y escribe hasta el año de su muerte en 1987.

Obra

(1942/1978) – Orientación psicológica y psicoterapia. Madrid: Narcea (1984)

(1951) - Psicoterapia centrada en el cliente. Barcelona: Paidos Ibérica (1997)

(1961) - El proceso de convertirse en persona. Barcelona: Paidos Ibérica (2000)

(1970) - Grupos de encuentro. Buenos Aires: Amorrortu (2004)

(1971) - Psicoterapia y relaciones humanas (dos tomos). Madrid: Alfaguara

(1972) - El matrimonio y sus alternativas. Barcelona: Kairós (1986)

(1977) - El poder de la persona. México: Manual Moderno (1977)

(1980) - Persona a persona. Buenos Aires: Amorrortu

(1980) - El Camino del Ser. Barcelona: Kairós (1987)

(1981) - La persona como centro. Barcelona: Herder

 


El Rogers consejero

 

En su libro "Orientación psicológica y psicoterapia", publicado por primera vez en 1942, plantea un enfoque revolucionario en orientación y psicoterapia, en el cual establece la "no-directividad" como actitud fundamental del orientador o psicoterapeuta en la relación con el cliente.

La hipótesis básica de Rogers es que: "La orientación psicológica es una relación estructurada y permisiva que permite al cliente comprenderse mejor a sí mismo de tal manera que pueda ir dando pasos positivos a la luz del nuevo enfoque que quiere dar a su vida; de esta hipótesis se deriva que todas las técnicas empleadas tienen como finalidad el desarrollo de un tipo de relación libre y permisiva, la comprensión de uno mismo durante el proceso terapéutico y fuera de él y la tendencia hacia una acción positiva por propia iniciativa" (Rogers, 1942/1978: 30).

Rogers explica que su enfoque tuvo como base su experiencia en el campo de la orientación infantil y de adultos, reconociendo la influencia recibida por:

  • El pensamiento de Otto Rank, modificado por Taft, Allen y Robinson en lo que fue llamado "terapia de relación". Terapia basada en unas relaciones paciente-terapeuta plenas y que estimula el desarrollo del yo en el paciente.
  • El psicoanálisis freudiano, con sus procedimientos terapéuticos.
  • La terapia de juego. La terapia de juego es una forma de psicoterapia en la que un niño juega en un entorno protegido y estructurado con juegos y juguetes proporcionados por un terapeuta, quien observa la conducta, el afecto y la conversación del niño para poder llegar a sus pensamientos, sensaciones y fantasías.
  • La experimentación incipiente en el campo de la terapia de grupos. Esta terapia es una aplicación de las técnicas psicoterapéuticas en un pequeño grupo de personas con trastornos emocionales, quienes, normalmente bajo la dirección de un psicoterapeuta, comentan sus problemas intentando estimular el desarrollo psicológico individual y un cambio favorable de la personalidad.
  • Y por su puesto la experiencia práctica desarrollada a partir del ejercicio clínico en gabinetes, colegios o instituciones reconoce haber sido fundamental para el desarrollo de esta propuesta.

 

"Este nuevo enfoque difiere del anterior en que tiene una meta distinta. Tiene como finalidad directa la adquisición de una mayor independencia e integración personales en vez de esperar que surjan los resultados si el orientador ayuda a resolver el problema. El foco de atención se centra en la persona, no en el problema. Su finalidad no consiste en resolver un problema concreto, sino en ayudar al individuo a crecer, para que pueda enfrentarse con el problema actual y con los que surjan posteriormente de la manera más coherente" (Rogers, 1942/1978: 38).

Su enfoque se caracteriza, porque:

"En primer lugar, se apoya fundamentalmente en la tendencia de toda persona al crecimiento, la salud y la adaptación. La terapia no consiste en hacer algo al individuo, o en convencerle para que haga algo él mismo. Es más bien una tarea de liberación para que crezca y se desarrolle, de quitarle obstáculos para que pueda avanzar de nuevo" (Rogers, 1942/1978: 38).

En segundo lugar, afirma Rogers que el enfoque propuesto concede mayor atención a los "elementos emocionales" que a los intelectuales.

"En tercer lugar, este nuevo método terapéutico concede una importancia mayor a la situación inmediata que al pasado de un sujeto" (Rogers, 1942/1978: 39).

Como cuarta característica de éste nuevo enfoque, Rogers plantea que "por primera vez se destaca que la relación terapéutica es en sí misma una experiencia de crecimiento. En todos los otros enfoques mencionados se espera del sujeto que madure, cambia y tome mejores decisiones después de terminar su hora de consulta. En esta nueva práctica, el contacto con el terapeuta es en sí misma una experiencia madurativa. Aquí la persona aprende a comprenderse a sí misma, a tomar decisiones importantes independientemente, a relacionarse satisfactoriamente con los demás de una manera más adulta [...] Ciertamente este tipo de terapia no es una preparación para el cambio, es ya cambio" (Rogers, 1942/1978: 39).

 

La Terapia centrada en el cliente es un libro considerado fundamental dentro de la escuela humanista de psicoterapia. Alude tanto al título del libro como a su modelo terapéutico. Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la terapia y el terapeuta pues no va "en busca de ayuda" sino que trata de ayudarse a sí mismo y por esto se trata de cliente y no de paciente, enfermo, etc. pues estas personas estarían limitadas e imposibilitadas.

La hipótesis central propone que el ser humano puede, si se le presentan las condiciones adecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser conciente de lo que experimenta a fin de poder auto-controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se percibe concientemente", propone Rogers. De ahí la necesidad de ampliar el concepto de sí mismo del cliente e incluir en él todo lo que vivencia. Pero no se pretende hacerlo actuando sobre él, pues según Rogers el ser humano es positivo por naturaleza y requiere respeto absoluto, de lo contrario se estaría atentado contra las posibilidades del sujeto. De hecho, es necesario "acompañarlo" en la experiencia, brindándole las condiciones requeridas y dándole seguridad, a partir de situaciones de angustia y desacuerdo interno en el cliente experimentando sentimientos que hasta entonces había deformado o no confesado con el fin de aumentar su capacidad para distinguir sus sentimientos y percepciones, y para expresar sus sentimientos (refiriéndose más al YO) de modo verbal y no verbal.

Cuando esta terapia se lleva a cabo, las condiciones de valor externo que la persona estaba incorporando en su self se debilitan, de forma que se va reduciendo la discrepancia entre lo que el cliente es y lo que el cliente cree ser. Desaparece la sensación de amenaza, y la persona ya puede percibir correctamente lo que antes estaba distorsionado. La persona se descubre a sí mismo tal y como es. De esta forma, nace una persona plena y completa. Esta persona completa y plena o “persona sana”, se refiere a personas con las siguientes cualidades:

 

Ø      Apertura a la experiencia. Lo opuesto a la defensividad. Es la percepción precisa de las experiencias propias en el mundo, incluyendo los propios sentimientos, aceptación la realidad. Los sentimientos son una parte importante de la apertura puesto que si no se abren a sus propios sentimientos, no se podrán abrir a la actualización.

Ø      Vivencia existencial. Esto corresponde a vivir en el aquí y ahora. Rogers, siguiendo su tendencia a mantenerse en contacto con la realidad, insiste en que no vivimos en el pasado ni en el futuro. Sin embargo, esto no significa que no se aprenda del pasado, ni que no se planifique el futuro. Simplemente, reconocer estas cosas por lo que son.

Ø      Confianza organísmica. Consiste en la confianza en sí mismo, en otras palabras, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia actualizante. Uno de los puntos espinosos de la teoría rogeriana.

Ø      Libertad experiencial. Lo que significa es que el individuo se siente libre cuando se le brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades de sus oportunidades.

Ø      Creatividad. Una persona completamente funcional, en contacto con la actualización se sentirá obligada por naturaleza a contribuir a la actualización de otros. Esto se puede hacer a través de la creatividad. La creatividad de Rogers es muy parecida a la generatividad de Erikson.

 

 

"El terapeuta es la verdadera persona que realmente comprende las vacilaciones y debilidades del cliente y las acepta, sin intentar negarlas o corregirlas. Acepta, aprecia y valora al individuo íntegro, con sus ansiedades y sus miedos, como un todo unificado, por lo que no le impone criterio alguno sobre como debe ser; dándole, incondicionalmente, seguridad y estabilidad en las relaciones que necesita para explorar nuevos sentimientos, actitudes y conductas. Le acompaña por el camino que el mismo se traza, y participa como elemento presente y activo en este proceso de auto-creación, facilitando en todo momento la percepción de los recursos personales, y de los rumbos seguidos en el camino, tal y como la persona los vivencia" (Rogers y Rosemberg, 1981; Págs. 75-76). El terapeuta cuenta con la tranquilidad y la coherencia internas propias de la persona autorrealizada, autorrealización que intentará contagiar al cliente. Sin embargo, no debe verse como una persona superior; es alguien que sencillamente ha logrado dar libre paso a su capacidad de actualización, y que por lo mismo puede manejar con más eficacia y productividad su campo experiencial y ayudar a que los otros también lo hagan. Además dispondrá de: Empatía, Aceptación positiva incondicional y Autenticidad o Congruencia (estas características no-directivas se desarrollan con el deseo real de querer adoptarlas).

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Ø       Empatía: en sus propias palabras, una sensible capacidad de ver al cliente y su mundo tal como él lo ve.

Ø       Aceptación positiva incondicional: una cálida aceptación y valoración de la otra persona como individuo diferente.

Ø       Autenticidad o congruencia: una autenticidad y transparencia en la cual pueda el psicoterapeuta vivir sus propios sentimientos.

 

Todas las actitudes del terapeuta deben ser trasmitidas de manera indirecta, impregnadas en las comunicaciones pero no formuladas abiertamente. A veces esto no es comprendido y, en algunos casos, se asumen actitudes centradas en el cliente que consisten en ser pasivos e indiferentes. Esta actitud es incorrecta y, más aún, es nocivo, porque la pasividad de hecho es asumida como rechazo; además, suele terminar por aburrir al sujeto al ver que no recibe nada.

 

Existen aplicaciones de esta terapia en diversas áreas como la clínica, la educación, las relaciones de pareja, la ludo-terapia, etc. Cubre un amplio espectro de edades. Esto es posible, por el enfoque no-directivo o centrado en el cliente constituyendo una técnica aplicable a cualquier problema, y una concepción del ser humano y de las relaciones interpersonales. Por ello trasciende conforma una teoría sobre el "buen vivir", el vivir plenamente en constante superación, abiertos a todas las experiencias, sin miedo, con capacidad de elección y de responsabilizarnos por lo elegido.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Rogers, Carl (1993 (8ª reimpresión)), El proceso de convertirse en persona, 44, Barcelona: Paidos

 

http://www.psicologia-online.com/colaboradores/cvasquez/rogers.htm

http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/rogers.htm

http://webspace.ship.edu/cgboer/rogersesp.html

http://webspace.ship.edu/cgboer/rogers.html

Juan Jacobo Rousseau

Juan Jacobo Rousseau

 

 “La personalidad suele referirse a los patrones distintivos de conducta (incluyendo pensamientos y emociones) que caracterizan la adaptación de cada individuo ante las situaciones que se le presentan en la vida” (Mischel, 1968). En esta reflexión intentaré describir la personalidad de Juan Jacobo Rousseau (1712-1778, Ginebra) filósofo francés de la época de la Ilustración, precursor de la renovación pedagógica de la Escuela Nueva, cuya obsesión por una sociedad justa, libre y bella consiste en liberar las leyes de la naturaleza y que actúen sobre los seres humanos.

 

Al nacer J. J. Rousseau muere su madre y el padre será quien se encargue de cuidarle, hasta los 10 años que se irá a vivir con un familiar. Durante dos años Rousseau será la única temporada que estará sometido a la disciplina escolar y será realmente feliz. Su temperamento estará condicionado por un conjunto de rasgos motivacionales y emocionales relativamente estables determinados en gran medida por rasgos biológicos debidos a la herencia, factores prenatales y perinatales, y a la relación con los demás, que le harán decantarse por el mundo que le ofrecen los sentidos para ser feliz, en vez del mundo de los libros; de ahí se deduce su gran sensibilidad.

 

En la adolescencia se emplea como escribano y a medida que crece se interesa por culturalizarse, rodearse de personajes importantes de la época, conocer mujeres, viajar y disfrutar del presente sin importarle el mañana, abierto a nuevas experiencias y convirtiéndose en un ser extrovertido y agradable para la gente de su entorno. La motivación principalmente interna que accionaba y guiaba a Rousseau a la satisfacción de vivir era a través de los sentidos; en este aspecto su sensibilidad se elevaba a un nivel por encima del común de los seres humanos. Sin embargo, esta sensibilidad le hace más susceptible de sentir dolor que de sentir placer, llevándole a un neuroticismo, transformado en frecuentes y largos ataques de melancolía, provenientes tal vez de la pérdida prematura de su madre y de la falta de una figura de apego, ocasionándole avances y retrocesos en aspectos y etapas de su vida sin saber hacia donde dirigirse. Otro indicio de neuroticismo y de falta de consciencia de Rousseau es la elaboración del libro “Emilio o la educación” donde redacta los principios metodológicos de una buena educación para un niño imaginario, habiendo entregado a hospicios a sus cinco hijos.

 

Era por naturaleza muy modesto, e incluso ignorante de su propia superioridad cognitiva. Sus pasiones, surgían en conversaciones suaves y moderadas; jamás fue arrogante y dominante; y era, desde luego, uno de los hombres más educados.

Tal persona amable y confiada fue engañado como a un niño en varias ocasiones por sus amistades, además de ser defraudado por ellos al no apoyarle en momentos críticos donde altos cargos ofendidos por sus ideas liberales presionaron para hacerle prisionero, cosa que le llevó a exiliarse y a aborrecer el trato social; algo sorprendente en un hombre tan bien dotado para disfrutar de los placeres de la vida en sociedad. Este miedo a ser perseguido por el complot contra él, aunado a su neuroticismo fue lo que le provocaba insomnio llevándole a dedicar el tiempo de sueño a escribir libros. Este “conjunto de rasgos y mecanismos psicológicos que posee el individuo, organizados y relativamente duraderos que influye en sus interacciones y adaptaciones al ambiente tanto intrapsíquico como físico y social” (Larsen y Bus 2002) le harán intentar hacer racionales las emociones, e intensificar la razón para encontrar la felicidad, y por ello cree que el único modo de conseguirla es retornando a la “salvaje naturaleza” donde el individuo puede llegar a ser libre, alejado de sociedades corruptas y llenas de vicios. Este tipo de pensamiento es muy oportuno y tiene un buen sustento dado que este autor conoce los vicios de las sociedades al haberse codeado con personajes importantes.

 

 

Consideraba la religión como una intromisión en el desarrollo natural del sujeto que suple en ocasiones las verdaderas virtudes, por lo que recomienda mantenerse al margen de ella para encontrar la verdad y el bien. A pesar de esta creencia, se bautizó al enamorarse de una joven católica, pues según Ruiz Caballero (2002) la conducta está determinada por las condiciones del momento según el modelo situacionista, es decir, que esta situación se ve condicionada por el amor que siente hace la joven.

 

A partir del modelo situacionista que influye sobre la personalidad de los individuos en tanto que, las conductas se adecuan a un momento y situación determinada, la mujer del siglo XVIII se había relegado a la servidumbre del hombre, así pues este autor pensaba que la mujer debía ser educada de forma similar al hombre pero con diferentes contenidos, con el fin de convertirla en una mujer de bien que agradara al hombre. Esto se ve reflejado en su vida pues la mujer con la que compartió más tiempo y tuvo cinco hijos no era el amor de su vida, pero era una mujer sumisa lo que le facilitaba ser dominante en cualquier situación. Este tipo de pensamiento hacia el sexo femenino era comprensible desde el punto de vista de la teoría cognitivo-social de Bandura, donde todo lo observado se aprende. Durante este siglo la mujer tenía una misión y era lo que se enseñaba tanto al sexo femenino como al masculino. En todo lo expuesto podemos ver como el modelo situacionista, es decir el contexto social, y el modelo internalista influenciado por el situacionista, es decir las creencias del autor, convergen en uno dando lugar al modelo interaccionista, en este caso el pensamiento de que la mujer se esclavice al hombre.

 

Como la mayor parte de los hombres que han hablado mucho de sí, acabó siendo víctima de su propia leyenda y prisionero de la imagen que él había creado de su persona, creando un autoconcepto errado de sí mismo, sin averiguar quién era él realmente.