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El rincón de pensar

LA TRANSICIÓN, CLAVE DEL RELATO

LA TRANSICIÓN, CLAVE DEL RELATO

Una transición es la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar, a otro distinto del anterior. Representa un cambio de un estado a otro, y está fundamentada en sucesos y contigüidades. Los sucesos los denominaremos como elementos/acciones, que van encadenados y al que les sigue otro suceso. Si no se da esta contigüidad el futuro para el suceso llega a su fin.

 

Los sucesos pueden ocurrir de forma espontánea o forzándolo para obtener un resultado. Cuando se fuerzan estas situaciones, hay que detenerse y pensar en los actos siguientes y en lo que sucede en ese momento, para comprender mejor el contenido, el acto, o el suceso. Para explicarlo mejor, se empleará el ejemplo de la actividad que explica el autor al inicio del capítulo. En la actividad hay que leer leyendo la palabra siguiente. Esta situación genera un doble esfuerzo para aquellas personas que no están acostumbradas, se lee más deprisa y sin comprender el contenido de muchas de palabras. Por ello, hay que leer pensando en qué concepto seguirá a la palabra leída, pero también hay que comprender lo leído.

 

Otro ejemplo de transición, es el de hablar en público.  Este acto tiene el lugar y el contexto de otros sucesos y puede acarrear obstáculos o problemas, que alteran o llegan a bloquear el suceso/ encuentro social. Si se da por completo el bloqueo, el futuro para el suceso termina. Pero si se obstaculiza, el suceso tomará otras alternativas para continuar su trayectoria, pues la contigüidad es un camino del que parten otros caminos y atajos que llevan a la misma meta.

Lo que da a entender el autor, es que cada persona tiene un montón de transiciones que seguir, unas se bloquearán porque se ha conseguido la meta y otras se pueden conseguir de una forma más o menos fácil. Por ello, ante un bloqueo hay que escapar, mediante saltos de pasos, digresiones o una amplia/estrecha secuencialidad, que permiten la linealidad del discurso.

Ø      Cuando una persona tiene prisa por algo, a menudo intenta obtenerlo saltándose pasos que normalmente seguiría. Esta situación hay que diferenciarla del ritmo individual de cada uno, pues dependiendo de este ritmo los pasos que se den pueden ser más rápidos o innecesarios. Esto difiere de las posibilidades que ofrece la sociedad intentando homogenizar y amenazando así la individualidad. Por ello, hay que atender a cada discurso de una forma diferente, dándole importancia al proceso, entendiendo los factores que aparecen durante el proceso, y no centrase en la meta que se quiere conseguir, pues existen una serie de pasos que nos serán necesarios. De lo contrario, generan conclusiones erróneas que pueden frustrar. Si se da el caso, hay que ser humilde tanto con los éxitos, como con los errores, ya que son los que dejan espacio para la culpa y el perdón, siendo un antídoto para la vergüenza.

Ø     La digresión consiste en salir por la tangente a lo que ocurre. Estas situaciones son más comunes en personas que no quieren tratar el tema que atañe en ese momento. Cuando se deja abierto el paso a lo inesperado o a estas situaciones, aumentan las posibilidades de que se presenten. Por otro lado, la digresión no es mala si es momentánea y si se vuelve a la meta originaria. En el encuentro social sirve como una vía de escape para relajarse, distraerse y que no afecte emocionalmente el tema que se trata.

Ø     Ampliar/estrechar la secuencia, se refiere al tiempo que se tarda en percibir las consecuencias de un hecho. Se puede contar un relato de forma muy concisa, con alto contenido y alta carga emocional, o se puede alargar dependiendo de: lo acostumbrado (espontaneidad hacia el encuentro informal entre personas, donde se desarrolla la secuencia sin esfuerzo consciente), lo preparado (recursos de una personas para afrontar un encuentro social), el pensamiento (tiempo dedicado a las propias ideas alejándolo de sentimientos y actos), la asimilación (integrar conocimientos a lo ya adquirido) y la oportunidad (situaciones que permiten que se de ese encuentro) de cada uno. Es importante controlar estos dos intervalos de tiempo, puesto que pensamos y ansiamos que todo suceso tenga un final y eso nos transmite tranquilidad. Cuanto más cortos sean los intervalos mayor afán por la contigüidad, lo contrario genera un suspense que puede ser difícil de tolerar y que desemboque en el abandono del que escucha el discurso.

Así mismo, el discurso ha de transcurrir lentamente, permitiendo cambios y retiradas, pero sin descuidar lo que sucede entre el ahora y el después.

 

 

Teniendo en cuenta estos conceptos sobre la linealidad de las transiciones, se podría pensar que una vez logrado el fin de hablar en público, se bloquearía pues el discurso se acabaría. Pero realmente ninguna meta alcanzada se bloqueará como motivo de su logro, sino que no será una meta, pues llegada a una situación similar se encenderán nuevas nostalgias que establecerán nuevas metas, tratando de llegar al final, donde se encuentre el sentido de lo que se busca/pretende. El bloqueo no está en la mente del ser humano, ya que, aun cuando, no se desee saber más, sigue existiendo una curiosidad primaria que nos  empuja a plantearnos lo que ya sabemos.

No existe conclusión feliz o trágica, pues la conclusión es el nirvana entre todos los contrastes de las diferentes visiones de la realidad, dejando una sensación nueva de nuestra existencia. Esto no consiste en que la unidad de la experiencia se convierta en una palabra, un sonido, un/una… carente de de sentido como dice el autor, sino de generar la conclusión de la palabra, el sonido, el/la…

 

No sólo es importante lo que se cuenta, sino también cómo se pone en escena. Toques de humor, alegría, tristeza, gestos y movimientos con el cuerpo, empleo de otros objetos, pueden hacer más o menos atractivo lo que se cuenta, y crear una situación de suspense que genere en el receptor expectación. También es importante destacar la necesidad de atender a las demandas de los receptores del mensaje, de tal forma que cada uno vaya por caminos distintos pero a la vez parejos para llegar a la misma meta, de lo contrario se puede perder.

 

Se puede hablar en público sin ningún temor y con soltura, controlando todo lo que hay a nuestro alrededor, el conocimiento y a nosotros mismos; pero en el momento en el que nos fuerzan a esa situación, si anteriormente no se ha comprendido los diferentes factores que entran en juego cuando se hablan en público, esta situación puede ser caótica. Hablar en público no consiste simplemente en dejar que las palabras fluyan de nosotros mismos, hablar de cosas intranscendentes y terminar cuanto antes para volver a un lugar donde nos sintamos seguros (nuestro anclaje). Si no que hay que dedicar el tiempo que nosotros creamos necesario, emplear elementos que nos puedan ayudar a explicarnos, escuchar primero a los demás para hacer más fácil la tarea de hablar en público ya que se tiene una orientación de cómo actuar ante esa situación, seguir una linealidad amplia en su secuencia o estrecha sin saltarnos pasos, emplear digresiones, tener un anclaje que nos haga sentirnos seguros mientras hablamos y no depender de la suerte pues, como dice el autor, genera la impresión de que no tiene nada que ver con lo que hacemos, ya que los desencadenantes de que el transcurso sea de una u otra manera, no es la suerte sino la disposición que hacemos de ellos para que surja lo que esperamos. Todos estos factores hay que comprenderlos mientras se vivencian para dominar este encuentro social y no que el encuentro nos domine.

 

 

            En el texto también habla de cómo lleva a cabo la tarea de indagación un terapeuta, y hay que destacar que esta profesión implica ir más allá, sentir lo que se hace, implicarse a todos los niveles afectivo, emocional, intelectual, personal y sentir vocación.

 

El autor, como terapeuta, creo que intenta expresar que es difícil no caer en la tentación de dirigir, de marcar el camino, es difícil orientar para que cada uno recorra su sendero personal, sus inquietudes, su bagaje personal, social, su carga emocional, pero debe ser una meta, ofrecer posibilidades para que cada cual cultive sus expectativas; investigar, ayudar a que el sujeto busque aquello que más se adapta a su forma de ser, a su estilo de ver y comprender el mundo, tender redes y puentes que faciliten esa construcción de conclusiones. Para ello, explora y reflexiona sobre cómo llevar a cabo su profesión estableciéndose hipótesis sobre el proceso. A veces resulta complejo tomar esos hechos y subjetivarlos, salir fuera de ellos y analizar qué está ocurriendo. Pero imagino que siendo conscientes de ello, podemos analizar, reflexionar ver el qué, el cómo y el por qué.

 

 

 

 

POLSTER (2003): “Cada vida merece ser una novela”. Capítulo: la transición, clave del relato. Los libros del CTP.

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