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El rincón de pensar

Deficiencia auditiva

En primer lugar es necesario aclarar la terminología en cuanto a la deficiencia auditiva, dado que sordera e hipoacusia no son sinónimos y por lo tanto no deben emplearse indistintamente. Sordera hace referencia a los casos de lesiones auditivas graves o totales, mientras que hipoacusia denomina la pérdida de audición.

 

Esta pérdida sensorial afecta a los individuos en tanto que el aporte de información ambiental que les rodea restringe la cantidad de experiencias que el individuo puede recoger de su entorno. Esta situación que sufre el individuo, le hace desarrollar en profundidad otras vías de recogida de información, en concreto la vista.

Los implantes y demás aparatos de audición facilitan el conocimiento del entorno por lo que es necesario implantarlos en las personas cuanto antes, ya que uno de los problemas fundamentales de la deficiencia auditiva es que el sujeto no se oye y por lo tanto no sabe comunicarse verbalmente.

 

Existen dos sistemas de comunicación que emplean estas personas, el método bimodal y la lengua de signos. El bimodal emplea signos acompañados del habla o movimientos labiales; este método facilita la adquisición de la lectura/habla puesto que emplea la misma estructura sintáctica en la formulación de oraciones. El lenguaje de signos se estructura de forma diferente a la estructura sintáctica de la lengua escrita/hablada.

No es adecuado considerar un sistema más apropiado que otro, sino que se trata de que en cada caso se elija un código de comunicación con el que el individuo pueda relacionarse con su medio. Parece que queda claro que cualquier medio que potencie y favorezca la adquisición temprana del lenguaje y que posibilite la integración, hay que aprovecharlo, ya que estas personas tienden a presentar aislamiento, desconfianza y retraimiento, además de presentar baja tolerancia al fracaso y cierto grado de pasividad.

 

En relación a las estrategias y técnicas de intervención en el aula:

-         En primer lugar deberemos cuidar las condiciones de luz (no ponernos a la sombra si el niño esta al sol, el reflejo en la pizarra...) y lumínicos, favoreciendo un ambiente tranquilo y silencioso.

-         Utilizar ningún elemento que obstaculice el movimiento de labios y el intercambio de mirada.

-         Utilizar un lenguaje claro, sencillo y pausado.

-         Mantenernos próximos al niño pero sin intimidación.

-         Hacer uso de la comunicación no verbal como complemento a las explicaciones.

-         Mantenerle próximo a la fuente tecnológica o audiovisual que estemos utilizando.

-         Utilizar la técnica de focalización de la atención, es decir, uso de señalizaciones, pictogramas, mapas secuenciales y demás apoyos intuitivos.

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