Deficiencia visual
Las minusvalías sensoriales se caracterizan por la disminución importante de volumen de información que una o varias modalidades sensitivas recogen del ambiente que rodean al sujeto. Es cierto que la disminución del aporte de información ambiental restringe la cantidad de experiencia que podemos recoger del entorno, pero también el organismo dispone de otras vías de recogida de información que en gran parte puede suplir las dañadas. Este caso evidente, lo pudimos comprobar durante la práctica en clase, pues al taparnos los ojos intentábamos suplir esta necesidad con el tacto, olfato y gusto, confiando plenamente en nuestros compañeros (acto muy difícil que algunos no superaron).
El concepto de ceguera trata de la pérdida de uno de los sentidos a distancia: la vista, que puede ser parcial o absoluto. Según la OMS y la ONCE es ciego quien no consigue tener en ninguno de sus dos ojos, ni con lentes graduadas, la agudeza visual es de 1/10 en la escala WECKER, o quien sobrepasándola presenta una reducción del campo visual por debajo de 35º.
La ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) no es una simple asociación que suministra material pedagógico, sino también colabora con tratamientos psicológicos para los propios individuos afectados pues perder repentinamente la visión supone un trauma a ser el sentido más empleado para el conocimiento del entorno. Pero principalmente este tratamiento psicológico se centra en las familias ya que éstas deben asumir ese trastorno y los retrasos que conllevan, puesto que sus aprendizajes son más lentos, en especial los motóricos.
Los alumnos que presentan déficit visual, deben acceder a la lecto-escritura mediante un sistema táctil que requiere un código. El sistema Braille es el más extendido y que está probada su eficacia. Se trata de la combinación de seis puntos en relieve dispuestos en un cajetín. No obstante, en los centros escolares además de enseñar el Braille también se enseña a los alumnos a desenvolverse de forma autónoma por las distintas estancias del colegio, a emplear el bastón y lo más importante a pedir ayuda.
Pero no sólo existen adaptaciones en cuanto a la lecto-escritura para estas personas, sino que también pueden desenvolverse de forma autónoma por la calle ya que existen muchos recursos que para nosotros son imperceptibles en ocasiones pero para ellos son de gran utilidad, como son los semáforos con pitidos, escalones con bordes antideslizantes, los pasos de peatón señalizados con diferentes baldosas, los perros guía… Los perros guía son un instrumento muy valioso ya no por tratarse de un animal de compañía sino por lo “fácil” que le puede hacer la vida a un ciego. Además, y en su gran mayoría, sólo pueden ser guías aquellos perros de determinadas razas por su docilidad, mejor manejo o adiestramiento.
Para finalizar, reseñar que los ciegos son personas que su interacción con el medio físico y social es de manera distinta, ni mejor ni peor. Así la intervención educativa no debe centrarse en ayudarles a superar la minusvalía para acercarse al patrón normal de comportamiento, como bien comentó Ana en clase, sino a reconocer y tratar a la persona como un ser humano, que tiene unas peculiaridades propias.
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